Les trasmito una reseña de la etapa play off de la actual Serie Nacional Cubana. Les aconsejo ver estos juegos de mucha calidad y rivalidad, en el canal Cubavision Internacional. Muchas veces no solo hace falta talento para jugar sino colectividad, inteligencia, ganas y mucho amor a la camiseta. Si se juega con todo… la derrota nos sabe a victoria.

JP

El reconocimiento a la virtud

por: Oscar Sánchez Serra oscar.ss@granma.cip.cu

En medio de las semifinales de la 50 Serie Nacional, y luego de vivir las emociones de la fase anterior de los playoff, proponemos un paréntesis para distinguir a quienes aun sin la gloria del éxito, hacen vibrar a las tribunas. A los que dan el ejemplo por su entrega sin límite, a aquellos que tienen puesto cada latido de sus esfuerzos en las graderías, van estas líneas como reconocimiento a la virtud.

El torpedero de Villa Clara, Eduardo Paret, dio una demostración de fidelidad a su afición y a su equipo, con 38 años exigió su puesto en el campo corto. Solo estuvo en 33 de los 90 encuentros en el calendario regular. Sin embargo, en los desafíos de playoff de cuartos de finales, mucho más exigentes, reclamó su lugar y lo hizo como un jovenzuelo de 20, inmenso en su condición de líder indiscutible de Villa Clara (mi provincia) y de su Augusto C. Sandino (stadium villareño). Con 474 de average, 9 en 19, seis boletos y siete anotadas, se despidió de la afición como un grande, y en su tierra, defendiendo el mismo color naranja de 20 años en los clásicos cubanos.

Mario Vega: la segunda base de Ciego de Ávila, el más defensivo de los últimos cinco años en los torneos en el patio, no dejó de jugar pese a estar seriamente lesionado. No podía salir a la intermedia, pero de designado fue clave en el sexto triunfo de su equipo que le abrió las puertas a decidir en el séptimo (se juega de 7 a ganar 4). Coraje por arrobas el de Mayito, que encendió el José R. Cepero (stadium de Ciego de Avila) en cada turno al bate.

Dariel Hinojosa: el joven lanzador guantanamero sabía que era casi imposible, mas le demandó a su director salir en el último encuentro, sin pensar en la carga de trabajo de cuatro apariciones en siete choques. No le importó su brazo ni futuros compromisos que de seguro continuarán dándole glorias en eventos internacionales como el Campeonato Mundial y los Juegos Panamericanos en el último segmento de este año. Primero estaba su Guantánamo, al que no logró sacar adelante, pero el premio por el amor a su camiseta y a los suyos no se lo quita nadie.

Norberto González: aunque el receptor Osvaldo Arias, con su despiadado y decisivo aporte ofensivo, y el relevista Duniel Ibarra, dos éxitos y uno salvado en las cuatro victorias cienfuegueras, son menciones obligadas, el zurdo González, aunque no venció (tampoco perdió), fue el hombre que abrió los dos extrainnings que ganó Cienfuegos, manteniendo en un puño a los habaneros. Por su constancia y serenidad, el reconocimiento junto a esta nueva versión cienfueguera de la que también es protagonista.

Yadier Pedroso: autor del único triunfo de los habaneros; se batió con Norberto en uno de los dos desafíos de más allá de nueve episodios. Su colectivo no lo acompañó ofensivamente; trabajó 17 entradas, 11 de ellas permitiendo un solo hit y no pudo saborear la victoria. A veces no triunfamos, pero tampoco quedamos doblegados, ese fue el caso del artemiseño.

Frederick Cepeda: para muchos el mejor bateador de nuestro béisbol, lo cual demostró en estos decisivos enfrentamientos. Con 381 de average, 8 en 21, dos tubeyes y tres jonrones, seis empujadas y seis anotadas, en solo seis encuentros, hablan por sí solo de su valía.

Donald Duarte: la bujía de Pinar del Río, 429 de average, con tres cuadrangulares en tres juegos. La forma en que encara los partidos y la disposición lo mismo a la ofensiva que al campo, lo han convertido en la inspiración pinareña, y desde ya en la amenaza más grande para Cienfuegos en el match por el cetro occidental.

Alfredo Despaigne: se perdió 25 desafíos del calendario regular, unos 10 porque fue delegado al Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, luego por una lesión en su espalda; también ha estado aquejado de uno de sus tobillos; pero, no hay quien frene al tren de Bayamo: líder del ataque granmense con 12 en 24 para 500, dos dobles, cinco cuadrangulares y 11 empujadas, prácticamente un equipo el solito.

Quintana, el receptor pinareño, clave a la ofensiva y en el éxito de su equipo, calzando los arreos de una posición siempre muy bien defendida en su provincia; el propio Saavedra, también vueltabajero (así se les dice a los pinareños), casi imprescindible para Urquiola (manager); el joven zurdo Julio Alfredo Martínez, también de ese conjunto; Noelvis Hernández, corajudo lanzador espirituano (de Santi Spiritu) que no logró vencer, porque la temible ofensiva de su elenco no pudo respaldarlo; el habanero Denis Laza, que en cada salida al terreno podíamos escuchar sus pulsaciones, todo entrega, no importa cómo estuviera el marcador; así como a Laza, vimos al tercera base avileño, Raúl González y a su jardinero derecho Rusney Castillo, y al guantanamero Giorvis Duvergel; ni qué decir de los granmenses Urmari Guerra, Tamayo y Ciro Silvino, probablemente las expresiones más grandes de combatividad en el terreno, son otros de los muchos nombres que no cabrían en la página de un periódico, porque la pelota nos desborda cuando se juega con pasión, cuando se piensa más en el que la disfruta, como lo hicieron los peloteros de los ocho equipos que llegaron a los playoff de la 50 Serie Nacional.